miércoles, 8 de febrero de 2017

¿DEJARÁN DESPERTAR A LA VIEJA Y AISLADA ANTARTIDA? ATLÁNTICO, ANTARTIDA, ATLANTIDA

Esta isla es el 5º continente de nuestro planeta y cuenta con 14 millones de km2. Es 1,3% veces más grande que Europa, incluida Rusia.

Representa el 90% de los hielos superficiales de la Tierra y el 70% del agua dulce existente. Si se derritiera todo el hielo que contiene, el nivel de los océanos y mares subiría entre los 45 y 60 metros. El manto de hielo alcanza un grosor de entre los dos mil y tres mil metros de altitud. Durante el verano quedan libres de hielo unos 280 mil km2. Es el gran refrigerador del planeta y gracias a su existencia la vida es posible en el resto del mundo.

Hace unos 170 millones de años la Antártida estaba más al norte de su posición actual y tenía un clima tropical o templado y, lógicamente, contaba con bosques y todo tipo de vida. Formaba parte del supercontinente Gondwana del que se fue desgarrando y hace unos 55 millones de años quedó, de forma repentina, como hoy la conocemos. Cosas del movimiento polar y de la deriva continental de las que estamos sujetos.

Fue la última región de la Tierra en ser descubierta y colonizada. La primera vez que se vio fue en 1820 por el explorador ruso Fabian Gottlieb.
Desde 1959 se encuentra bajo el amparo jurídico-político del Tratado Antártico, del que forman parte unos 37 países. Algunos de estos poseen bases científicas permanentes o temporales en donde más de 4.000 científicos desarrollan investigaciones de todo tipo…

Pues bien, una vez que se ha descrito someramente este continente, pasamos a entrar en el fondo que motiva este artículo y, como preámbulo, le recomendaría leer –si no lo hizo- mi artículo anterior (http://vegamediapress.es/not/14191/la-quinta-civilizacion)

La cuestión es, según se comenta en lo que llamamos “Redes sociales”, que, a principios de este siglo XXI, se hallaron restos arqueológicos bajo las capas de hielo y eso podría constituir a la Antártida en el mayor museo arqueológico de la Tierra y de mayor transcendencia para la Historia de la Humanidad. Desde 2015 varios dirigentes mundiales han visitado dichas excavaciones y el secreto de lo descubierto es total. Putin, Obama, John Kerry –en plenas elecciones norteamericanas del pasado noviembre- Kirill, patriarca ortodoxo de Rusia; Buzz Aldrin –masón, grado 33-; hasta nuestro emérito rey Juan Carlos I parece haberlas visitado…

¡Imagínese! ¡Restos arqueológicos de una civilización con más de 55 millones de antigüedad y más adelantada tecnológicamente!. ¿Podría corresponderse con la Atlántida? Es muy seguro, pero lo que ocurre es que, ante colosal descubrimiento,  parece que están ganando tiempo para ver cómo pueden casar este descubrimiento con la historia que nos han ido contando y que nada tiene que ver con la verdad de nuestros orígenes y devaneos en este planeta. El Papa Francisco se adelanta a los acontecimientos que están a punto de ver la luz y apunta que Adán y Eva son un cuento y que el infierno no existe. ¿Se imagina el enjuague al que se tendrán que enfrentar todas las religiones, en especial las tres más influyentes -Todo fue, y sigue, conformado y desarrollado a su alrededor- Judaísmo, Cristianismo y el Islamismo, cuando las pruebas irrefutables de esos descubrimientos no puedan ser ocultadas por más tiempo? ¿Qué es lo que quedará de ellas?

La situación puede ser muy peligrosa y algo habrá que hacer para evitar un derrumbamiento caótico y total de nuestra civilización. Durante años nos han ido abriendo los ojos a través de películas, series televisivas, libros y documentales sobre una realidad distinta a la que nos rodea. Quizá ya no sea necesario emplearse más en eso que llamaron “Ciencia Ficción” y, simplemente, reconocerlo como “Ciencia Real”. Compensar el trauma que supondrá conocer la verdad, descubrir que hemos sido engañados, chantajeados y esclavizados para que unos pocos vivieran del cuento chino a costa de todos los demás, no será difícil si se hace bien. Constatar fehacientemente, de cómo hemos sido sodomizados durante miles de años para que esas élites gozaran a tutiplén de lo que no les correspondía y que era de todos, de cuántos crímenes y genocidios han sido cometidos en nuestra historia para salvar sus intereses particulares y  sus estatus de clases dirigentes y de incuestionables respetos creados bajo la falsedad, la usurpación y de una desmesurada acumulación de riquezas, no será difícil si se hace bien y con toda la generosidad.

No entraré en la participación de otros seres inteligentes de otros mundos que han estado colaborando en hacer de este planeta un verdadero infierno y del poder que han y continúan ejerciendo en contra de nuestra raza y con la aquiescencia de los cómplices necesarios. Pero nuestra ignorancia es una gran aliada para todos ellos y ya va siendo la hora de asumir la verdad y que cada cual asuma la vela que le toque. Partamos todos con las mismas armas y no nos dejemos seguir engañando. Porque la felicidad es posible en este mundo, éste no tiene por qué seguir siendo el infierno que ellos nos  han ido construyendo para preservar ellos en su exclusivo goce. ¡Tomemos conciencia y responsabilidad! ¡Exijamos la verdad! ¡Es nuestro derecho! ¡Es hacer  justicia a una Historia manipulada y falseada!

El tema es de un calibre tan enorme, que incluso se comenta que esas élites están intentando camuflar los descubrimientos realizados para continuar con el secular engaño que tanto les beneficia. Deseemos que no lo estén haciendo porque sería el enésimo crimen cometido contra esta Humanidad y quizá no haya ninguna otra oportunidad para saber quiénes somos. Les pediría que, por favor, no nos sigan engañando.


Como todo cuanto existe, estamos sujetos a ciclos y un ciclo de luz y de esperanza parece estar llamando a nuestras puertas. ¡Aprovechémoslo y sean éstas abiertas!

viernes, 3 de febrero de 2017

LA QUINTA CIVILIZACIÓN

En esa dicen que estamos aquellos que han buceado en los libros más viejos y en las leyendas más antiguas. Y quizás estemos presenciando su final, sin ser muy conscientes de ello o sí, y todo, a pesar de la histórica transcendencia del hecho y de las devastadoras consecuencias inherentes a esa situación. En los 4.470 millones de años que tiene el suelo que pisamos, yo creo que caben cinco y más civilizaciones, por muchos miles de años que lleve conformar y desarrollar cada una de ellas.

Esta civilización nuestra probablemente se inició doce o catorce mil años antes, cuando las aguas del gran diluvio comenzaron a retirarse dejando libre a tierras nuevas y a unos supervivientes del cataclismo totalmente desnudos, despojados y en la más absoluta miseria. Civilización que, a su vez, también quedará plenamente olvidada por aquellos que logren superar la cronológica hecatombe.

Los museos del mundo mantienen escondidos, a los ojos de los visitantes, infinidad de objetos hallados en excavaciones arqueológicas, por la sencilla razón de no encontrarles una explicación lógica de acuerdo con el relato que nos han ido contando siglo tras siglo. Por eso los ocultan. Cuando no se tienen respuestas que casen con lo establecido lo que hacemos es ignorarlas, es mucho más fácil y evita muchos calentamientos de cabeza al puzle de nuestro pasado. Además, puedes poner tu vida en riesgo, porque aquellos vigilantes de que el relato construido continúe, no te lo permitirán.

Pocas cosas son las que sobreviven al paso del tiempo, al recuerdo y a los desastres cósmicos que nos afectan, pero haberlas las hay, escondidas y deliberadamente ocultas a la verdad histórica del ser humano.

La ciencia, tan empírica ella, no da crédito a las especulaciones. O casa o no casa y punto. Lo que ocurre es que la ciencia, la que tenemos, no entiende de todo, a pesar de los grandes avances que se han hecho en los tres o cuatro últimos siglos. Todo lo demás, el conocimiento que nos ha ido llegando no proviene, en su origen, de ciencia alguna, sino más bien de relatos que, contados o escritos subjetivamente y sujetos a supersticiones y a intereses prejuzgados, nos fueron legando nuestros ancestrales y presentes vigilantes. Y, en base a esos relatos, se fue creando una realidad de ideas, conceptos y conocimientos que pueden, paradójicamente, no tener nada de veracidad pero que hoy son los que conforman nuestro paradigma. Yo así lo creo. La mayoría de ellos están basados, encima, en eso que llamamos religión y que no es otra cosa que una muy buena tapadera de la verdad y del conocimiento auténtico del que tanto nos han alejado conscientemente.

En el inicio de esta quinta civilización no había lugar a la ciencia y puede que eso sea lo que explique todo, porque la cuarta se esfumó en un plis-plas, como todas las anteriores no dejando prácticamente nada en píe; que eso tienen los cataclismos: que acaban con todo a la vista y te obligan a un reinicio completo y en la más precaria de las situaciones, donde los sacerdotes del momento, erigidos en los máximos depositarios del saber, aprovechan para estrujar la ignorancia y el miedo de todos los desvalidos y desamparados que sobreviven al cataclismo cronológico.

Que alguien descubra en una excavación arqueológica un objeto, como aquella muñeca de “El Planeta de los simios”, trastoca con el relato que nos han ido contando y, de aceptar su existencia, significaría reescribir todo cuanto ha estado dado por cierto y verdad hasta ahora. Nuestras estructuras, esas en las que hemos estado basados: sociales; económicas; culturales; religiosas y filosóficas, se derrumbarían. Sería del todo necesario volver a escribir todo y poner cara de pánfilo y dejar que llueva, esperando a que un nuevo ser, realmente humano y cuasi divino, renazca.

Quizás esa verdad, que tan celosa y beligerantemente nos ha sido ocultada, no guste a nadie. Quizá hasta cueste comprenderla y quizá, también, reneguemos de ella después de conocerla por traernos tanta asunción de responsabilidades. O no, que eso estaría por ver. En cualquier caso, lo que subyace es dar respuesta a la pregunta que todos nos hemos hecho en alguna ocasión: ¿De dónde venimos y adónde vamos? ¿Qué somos en realidad? ¿Cuántos más como nosotros, seres inteligentes y dotados de un espíritu, hay por ahí en ese infinito Universo? ¿Quién es Dios?

Pero lo que es del todo necesario es librarnos de la esclavitud a la que estamos sometidos, cada vez más, por esos vigilantes de la verdad oculta, porque un pueblo esclavo no es digno de su esencia, ni dueño de su presente y futuro, ni tampoco está capacitado para dar los pasos necesarios en su evolución de seres espirituales. Y sí no, que no nos hubieran creado como dice el Génesis en I, 26-27 a  “…Nuestra Imagen y Semejanza…”

Con ese desconocimiento de la verdad sobre nosotros mismos, esos vigilantes se han dedicado a instruirnos en el arte de guerrear y en el de mantenernos divididos. Es de ahí, de donde ellos obtienen grandes riquezas que aumentan su poder sobre nosotros. Nos han dividido en infinidad de subdivisiones para crear rivalidades inexistentes. Y su logro más conseguido: Crear Pobreza donde no tendría que haberla. Ellos, esos vigilantes, acaparan toda la riqueza, que, paradójicamente, producimos nosotros. Por eso somos sus esclavos. Ellos nunca fueron a guerra alguna, ni bajaron a los túneles de las minas más oscuras, ni navegaron en las aguas más tormentosas. Ellos nunca pasaron frío, ni hambre, ni fueron obligados a emigrar de sus tierras en busca de sueños repletos de mentiras y engaños. Somos su ganado simplemente porque desconocemos lo que ellos sí conocen, por eso velan tan arteramente en ocultarnos la verdad.

Con todo y con un mundo cada día más convulso no vendría mal abrir todos esos cerrojos a la verdad, vencer a esos vigilantes y destronarlos, desenmascararles y que cuando el fuego llegue, que llegará, nos encuentre a todos bien dispuestos y en orden para la gran purificación de nuestras pobres, desamparadas y míseras almas.

Sería un buen colofón para esta QUINTA CIVILIZACIÓN.


La sexta ya se verá…